Ignacia ¿Cómo te sientes por haberte titulado?

Tengo un sentimiento de orgullo personal y hacia mi familia. También alegría y satisfacción. Y también nostalgia de terminar una etapa y saber que una parte de lo que fue mi vida durante los últimos años se terminó.

Pero me quedo con la alegría y las experiencias que tuve durante mi paso por la universidad.

De lo que aprendiste en la Escuela, ¿Qué valoras más?

Yo creo que esto del rol público y la mirada país. Porque como somos una universidad tan importante en el país y la región, el estar pensando constantemente en el rol que tenemos hacia afuera es algo que quiero llevarme conmigo a los lugares donde trabaje o esté. El poner atención a los impactos que tenemos. Preguntándonos cómo hacerlo mejor.

Además, el hambre de conocimiento que hay dentro de la Escuela. Que siempre conoces gente muy curiosa y de muchos temas. Esa pasión por crecer y cultivarte.

¿Qué crees que va a diferenciar a tu generación? En cuanto a su aporte

Yo creo que un factor bien diferenciador de nuestra generación, junto con otras cercanas, es el enfrentar el mundo consiente de que hay mayores incertidumbres y sentimiento de adversidad, con un abanico moral que parece ser más amplio de lo que era antes. Que tenemos conciencia de forma generalizada sobre cosas que antes no era tan común pensar.

Creo que por eso mismo se espera más de nosotros en cuanto al impacto que podremos tener en el ecosistema, en el medio ambiente, en el tejido social, etc. Pienso que es bueno que se espere más, porque nos pone un piso desde donde hacer nuestro trabajo, y es un piso necesario. Y así como a nosotros se nos va a medir con esa vara, nosotros también vamos a medir y relacionarnos con quienes trabajemos, considerando estos criterios.

Y también en contexto que nos tocó vivir. El cambio climático, el movimiento feminista, el estallido social, la pandemia, que nos marcó. Todo eso te da otra perspectiva y te hace tener conciencia sobre puntos de vista y necesidades que antes no eran tan atendidas. Me tocó verlo cuando estuve en la FIUC, que hay una herida muy grande de soledad en nuestras generaciones pandémicas. No sé si eso será positivo o negativo, pero es algo que llevamos.

En tu discurso hablaste sobre el momentum. Sobre como la fórmula sirve para entender la importancia de trabajar juntos, para lograr cambios más profundos, duraderos y que lleguen más lejos.

 Creo que esa reflexión la tuve desde mi participación en la política universitaria, en donde vi que muchas veces hay gente que piensa que solas pueden cambiar las cosas y cambiar el mundo. Que se basan mucho en el individuo per se.

Pero creo que eso es dañino y es errado. Que hoy, esta arrogancia nos llama a buscar solo nuestro beneficio y es la principal amenaza de nuestro tiempo.

Porque una idea siempre va a ser mejor si la contrastas con la opinión de otros. Un trabajo es mejor cuando se complementa con otras personas. Y no solo por quienes piensan como tú o saben lo mismo que tú. También incorporar a quienes son diferentes a ti, para que el producto final se enriquezca más.

Y la capacidad de cambiar algo no pasa solo por cuán rápido vas, sino que también por cuántas personas logras movilizar.