Ingenieros por el mundo: Entrevista a Alex Foessel Bunting

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Alex se tituló de Ingeniería Civil Industrial Eléctrica en la Universidad Católica en el año 1993. Actualmente vive en Pittsburgh, Pennsylvania, EE.UU, y en esta entrevista nos cuenta como es ser ingeniero en otro país, el rol que ha jugado y las herramientas que le entregó la UC para prepararlo para salir al mundo.

Tiene un Magister en Automatización que realizó al final del curso de Ingeniería en la PUC y un Doctorado en Robótica en la Carnegie Mellon University, Pittsburgh, Pennsylvania. Trabajó en la empresa John Deere durante 18 años, carrera que lo llevó a vivir en California, Illinois, Alemania y Brasil, con varios cargos de desarrollo tecnológico en EEUU, marketing y comercialización en Europa, innovación y soporte al cliente en Latinoamérica, etc.

Recientemente, Alex junto a un socio norteamericano fundó Balanced Engineering, una empresa de ingeniería y consultoría establecida en Iowa, EEUU, enfocada en desarrollo y comercialización de vehículos y máquinas inteligentes en agricultura, construcción, minería (e inesperadamente en automatización de embarcaciones marinas).

Además de hacer crecer a Balanced Engineering, también trabaja en Pittsburgh apoyando a empresas de robótica para llevar su tecnología al mercado, más recientemente en el área de drones autónomos junto a la empresa Near Earth Autonomy. Junto a eso, apoya a emprendedores y sus empresas nacientes (startups) en áreas de tecnología agrícola en Brazil, tanto con inversión, mentorías, así como dictando charles y organizando conferencias.

Para empezar ¿por qué decidiste estudiar ingeniería?
Crecí en la tranquilidad de la región de Aysén, estudiando en Coyhaique y ayudando en el campo familiar en el Valle Ñirehuao, a poco más de una hora. Ahí pasé mucho tiempo conversando con mi viejo, Ingeniero Eléctrico de la Chile, enfocados en entender el mundo, en cómo funcionan la naturaleza y las invenciones humanas, y con la inspiración de diseñar y construir cosas nuevas, lo que me dejó enamorado de la tecnología y también de la cultura. Mi viejo decía “primero estudia ingeniería para entender y luego puedes estudiar o ocuparte en cualquier otra cosa”.

¿Qué significó para ti estudiar en la Universidad Católica?
Significó poder tener foco en el estudio en tiempos que estudiantes en otras universidades sufrían de paros y distracciones causadas por la política. Una vez en la Escuela de Ingeniería disfruté mucho la rápida amistad que se creó entre nosotros los novatos, la que se manifiesta alegremente hasta hoy en los grupo de mensajes de la generación y en las reuniones que organizamos, todas con recuerdos de las alegrías y — claro — los sustos de las pruebas de álgebra, geometría, modelos estocásticos y otros ramos que nos desvelan hasta hoy.

¿Qué valoras de la Escuela de Ingeniería?
Podría enfocarme en el alto estándar académico que nos exigieron los profesores, sin embargo hoy parece importante destacar el capital social que existe entre los ingenieros de la escuela. Hay una empatía instantánea cuando nos encontramos, aún después de muchos años sin vernos. Nos dan ganas de trabajar y emprender juntos, obvio por el potencial de negocios, pero también por el gusto de trabajar en equipo. Eso se creó años atrás, durante incontables días estudiando juntos, trabajando en largos laboratorios, y por supuesto, jugando taca-taca. Finalmente se transforma en una especie de red de confianza y familiaridad.

¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
El desafío de ayudar a empresas y emprendedores que han invertido mucho en el desarrollo tecnológico de vehículos inteligentes, y acercarlos ala comercialización en escala, que es cuando tecnología se transforma en negocio. Para lograr adopción de productos altamente automatizados en el mercado, se requiere foco en desarrollo de productos seguros, fáciles de usar en terreno, y que sean resistentes a ataques informáticos. En la ejecución de nuestras consultorías y servicios de ingeniería, tenemos oportunidad de conocer variadas empresas por dentro, y ayudarlas ya sea en la ingeniería, sus procesos, elección de tecnología, e incluso aspectos organizacionales. Inversionistas de riesgo también nos buscan antes de invertir.
También me gusta mucho que mis negocios me siguen llevando a trabajar en EEUU, Alemania, Brazil y por supuesto Chile, países vibrantes en negocios y tecnología, y a disfrutar de la compañía de buenos amigos y de la cultura de cada país. Mi vida es nómade, pero así me gusta, quizás con un asado al palo, una feijoada o un schnitzel,

¿Cómo la carrera te ha permitido poder trabajar fuera del país?
Primero, me dio las calificaciones para postular a estudios de postgrado. Pero quizás antes, también dio la motivación de salir de Chile. Tanto becas, como conversaciones con compañeros así como con profesores apuntaban a buscar oportunidades en el extranjero. Recuerdo alguna beca que permitía ir a hacer prácticas en EEUU. Si bien no la obtuve, me motivaba. Los profesores nos contaban de sus estudios en el extranjero. Además, cuando vine a Estados Unidos me puse a estudiar y tuve la oportunidad de elegir quien sería mi profesor de tesis. Y el que me pareció mas inspirador fue William “Red” Whittaker, considerado un Padre de la Robótica, quien nos dijo “en este momento estoy creando un prototipo de robot espacial y lo quiero llevar al desierto de Australia o de Chile”, y yo le dije “Red, yo soy Chileno. Yo te ayudo a llevarlo a Chile con el apoyo de la Universidad Católica”. Tres meses después estaba volviendo a Chile al sector del Salar de Atacama a ver lugares para hacer las pruebas ya Santiago a buscar alianzas para apoyar esta expedición. Entre otras, acordamos colaboración con la Escuela de Ingeniera UC, con lo que pude mantener mi palabra de apoyar esta expedición estadounidense financiada por NASA en Chile. Y esto es importante de destacar ya que creo que a través de los alumnos la escuela tiene una gran influencia en el mundo.

¿Por qué decidiste o como llegaste a trabajar en Estados Unidos?
Quizás partió desde niño leyendo las revistas National Geographic y Scientific American, así mismo como conociendo “gringos” que visitaban el campo en la región de Aysén. Me parecían muy educados, considerados, y sin el clasismo que nos limita en Chile. Leer mucho también inspiró, incluyendo la idea del “sueño americano”. Así que después de trabajar en Desarrollos de Automatización S.A., (una verdadera startup Chilena en los 90 fundada por Andrés Guesalaga, profesor de la escuela, hoy empresa sólida en área de defensa), busqué cómo irme a EEUU. Ir a estudiar me abrió la puerta. Pensaba entonces regresar luego … aún estoy regresando.

¿Cuál es la gran diferencia entre trabajar acá en Chile y allá?
Muchas diferencias y también parecidos. Quizás la más notable es que el norteamericano generalmente asume que uno es honrado y con ética de trabajo. Por eso, al ingresar a una organización uno tiene rápidamente acceso a herramientas, presupuestos de trabajo, y puertas abierta de uso de recursos y colaboración con colegas. En contraste, en Chile frecuentemente existe una desconfianza que se manifiesta en restricciones en el ambiente de trabajo y en una carga adicional por controles y auditorías. El resultado es una productividad más alta en el primer caso, principalmente gracias a relaciones de confianza y colaboración. En Chile, en cambio, toma más tiempo llegar ala confianza y trabajo de equipo necesarios para negocios de éxito. Por eso que el capital social entre ex alumnos de ingeniería es tan valioso en Chile.

¿Qué consejo le darías a los mas jóvenes que quieren estudiar o trabajar por el mundo o fuera de Chile?
Apunten muy alto. Esto es importante para quienes aspiren a estudiar en el extranjero. Al comenzar a postular en el año 95, yo pensaba que por mis puntajes bajos en pruebas estandarizadas y pobre inglés, tendría opciones limitadas de estudios. Tuve la suerte de conocer a un profesor de universidad americana y le conté lo que quería hacer. Él me explicó como las universidades en EE.UU tienen cupos para extranjeros y me motivó a postular a las mejores, por más que parecieran fuera de alcance. Esto me llevó a uno de los programas de doctorado en robótica más reconocidos mundialmente. Hace poco logré encontrar a este profesor, ya jubilado, para agradecerle por su consejo entonces. No se acordaba de mí, pero le conté lo importante que había sido esa hora conversando con él.
Además quisiera resaltar las oportunidades creadas al viajar y trabajar en el extranjero para la familia. Yo nunca he querido perder mis raíces pero también quería darle a mis hijos una educación internacional. Los tres hablan tres idiomas. Claro que el español lo hablan bien achilenado al estilo de la Patagonia chilena, lo que me encanta.
El mundo está abierto a los chilenos patiperros, y somos muchos viviendo afuera felices de apoyar a quien quiera tener una aventura en el extranjero.