Ingenieros en el Mundo, Sergio Navarro
Integration Manager – Vanderlande Industries | Alemania Generación 2001
¿Cómo surgió la oportunidad de irte a Alemania?
Luego de mi egreso y de 3 años trabajando como Ingeniero de Proyectos en una consultora de ingeniería, decidimos junto a mi esposa emigrar por un par de años y hacer un postgrado en el extranjero. Nos pareció un buen plus buscar una experiencia internacional, una opción que varios de nuestros amigos y pares de generación también aprovecharon.
En mi búsqueda de un programa que se ajustara a mis expectativas de desarrollo profesional y factores como cultura y lenguaje, encontré en Alemania un Máster de Ingeniería de Sistemas Electrónicos, con foco en mi especialidad Control Automático. El programa combinaba temas de mi especialidad con elementos de gestión de proyectos, negocios Business to Business y el inglés, lo que sumado a la posibilidad de aprender el alemán en el día a día me pareció un mix óptimo.
¿Conseguiste alguna beca para poder estudiar?
El programa de Máster que escogí es promovido por el Servicio de Intercambio Académico Alemán (DAAD). Por eso pude postular a una beca financiada por el Gobierno y acceder a una de las redes de intercambio de mayor relevancia en el mundo. El DAAD tiene variados programas de intercambio estudiantil y científico a los que también estudiantes, investigadores y egresados chilenos tienen acceso. La beca en mi caso constaba básicamente en cubrir costos de vida y apoyarme con cursos de idioma, además de la oportunidad de participar en actividades de networking con becarios de todo el mundo.
¿Era una inquietud vivir en el extranjero?
Desde mi paso por la universidad tuve la convicción de que la experiencia internacionalque ofrece un postgrado en el extranjero era el siguiente paso a seguir en mi desarrollo profesional y personal. En las últimas décadas hemos visto como el mundo se globaliza a velocidades y niveles que generaciones anteriores ni siquiera imaginaron. El dominio de un segundo idioma a nivel profesional ha pasado de ser un nice to have a ser prácticamente un requerimiento básico en el mercado laboral. Así también se ha vuelto la experiencia internacional una ventaja comparativa requerida cada vez más en puestos para ingenieros.
Además de las ventajas por el lado profesional, una experiencia en el extranjero es en lo personal y familiar algo gratificante. En nuestro caso, el empezar una nueva vida con mi esposa en el extranjero nos dio la posibilidad de acumular experiencias que atesoramos y esperamos traspasar a nuestros hijos.
¿Por qué elegiste Alemania?
Alemania es un destino muy atractivo para ingenieros, con un mercado muy globalizado y dinámico. La sinergia entre academia, Gobierno y mundo empresarial es además admirable, lo que me dio la oportunidad de participar en proyectos con aplicación concreta en la industria luego de dos semestres de postgrado. Otro punto decisivo para mí
fue el idioma, que es hablado como lengua materna por más de cien millones de habitantes en Europa y abre la puerta a una cultura y un mercado muy importantes en Occidente.
Fue el idioma una barrera o ya estabas preparado?
Mi primer contacto con el alemán empezó apenas un par de meses antes de partir, en marzo de 2019. Mi esposa, Cristel, tenía por suerte un dominio del idioma avanzado.
Sobre todo al principio, cuando el desafío de aprender un idioma tan distinto al español se veía más difícil, su apoyo fue vital para perder el miedo, especialmente a la pronunciación.
La beca que obtuve, aunque estaba destinada a un programa de estudios en inglés, incluía una fase inicial de cursos intensivos de idioma en Frankfurt y promovía además continuar aprendiendo el alemán durante los estudios. Esta oportunidad la aprovechamos al máximo, de forma que antes de mi egreso Cristel y yo ya teníamos un nivel de alemán apropiado para desenvolvernos en el ambiente laboral.
Llevas poco más de 10 años, ¿Cómo pasaste de estudiar a transformarlo en un plan de largo plazo?
Nuestro plan inicial era volver luego de los dos años y medio del Máster. A partir del segundo año en la universidad trabajé como ayudante de cátedras y laboratorios y luego como investigador en el laboratorio donde escribí mi tesis. Algunos meses antes del egreso ya contaba con un par de ofertas de trabajo atractivas, lo que nos hizo reevaluar nuestros planes.
Dado nuestro progreso con el idioma y las buenas expectativas de ganar experiencia en el mercado alemán, transformamos nuestro plan a uno de largo plazo, con la condición de que Cristel y yo tuviésemos un trabajo interesante y expectativas de crecimiento. Esto se mantuvo así, por lo que decidimos asentarnos y avanzar en nuestro proyecto familiar. El 2017, luego de 8 años viviendo en Alemania, decidimos buscar una casa para recibir a
nuestro hijo Andrés, lo que transformó nuestro plan de largo plazo a uno definitivo.
Luego de 10 años estamos mi esposa y yo muy a gusto con lo que hacemos. Ella trabaja enseñando español y alemán como idiomas extranjeros en un colegio internacional, yo como Project Manager en proyectos de construcción y automatización en la intralogística.
Nuestro hijo Andrés tiene ya 3 años y aprende español en la casa, alemán con los amigos e inglés en el Kindergarten, con una naturalidad que nos sorprende todos los días. En un par de años seguro me estará corrigiendo mi curioso alemán con acento chileno.
¿Qué cosas te fueron encantando como para quedarte allá?
Los motivos principales para quedarnos fueron nuestra realización profesional, y la calidad de vida que ofrece Alemania, sin necesariamente tener que vivir y trabajar en una ciudad grande. Esto sumado a las redes de contactos, amistades, etc., que con el tiempo han crecido y nos han dado un sentido de pertenencia.
¿Qué actividades te ayudaron a la adaptación en una cultura distinta a la chilena?
Un ambiente universitario internacional con una mezcla de estudiantes extranjeros y locales es el entorno ideal para integrarse en una cultura. Esto lo he podido comprobar al comparar nuestra experiencia con profesionales extranjeros que llegan directo a trabajar, para los que el aprendizaje del idioma y la integración, aunque igualmente exitosa, en general les toma más tiempo.
¿Cómo sientes que tu preparación como Ingeniero UC te ha servido para desarrollar una
carrera profesional en el extranjero?
En mi postgrado me llevé la grata sorpresa de constatar que la formación que recibí en la UC no tiene mucho que envidiar a la ofrecida por universidades en el resto del mundo. Por un lado, el pregrado en la UC fue una muy buena base para los temas que profundicé en el Máster. Esto se reflejó en mis notas y en las oportunidades que se dieron en mi postgrado, como trabajar como ayudante e integrarme a un muy buen equipo de investigación
durante mi tesis.
Por otro lado, nuestra formación con un toque generalista creo que nos hace marcar una diferencia tanto en el estudio como también en el mercado laboral. Sin dejar de ser expertos en una materia, contamos por ejemplo con herramientas que nos permiten enfrentar escenarios inciertos y a fomentar y organizar el trabajo interdisciplinario para resolver problemas complejos.
Sin ir más lejos que el primer semestre de la carrera en la UC, creo que el curso “Desafíos de la Ingeniería” es un ejemplo concreto del enfoque integrador de la Escuela. En éste se estimulan habilidades ingenieriles que van más allá de lo técnico, a través del desarrollo de una solución o producto. El curso se creó cuando yo estaba en segundo año y como parte del Cuerpo de Tutores tuve la oportunidad de acompañar a un grupo de novatos en su proyecto. En él los alumnos desarrollan habilidades como trabajo en equipo, liderazgo, gestión de proyectos, diseño y desarrollo de productos, marketing y un largo etcétera.
Todas habilidades que son muy útiles, sin importar a qué desafío técnico te estás enfrentando.
Por éstas y muchas otras razones creo que el título Ingeniero/a UC es una marca tan reconocida en Chile y el extranjero. Y a pesar de que somos unos pocos, estoy seguro que desde el resto del mundo estamos también aportando al renombre de la Escuela y de la UC.